viernes, 2 de marzo de 2012

El mundo como interpretación

(Hermenéutica: método u ontología)

Carmen Fernández Galán



La historia de la hermenéutica como ciencia interpretativa se remonta a Grecia con las prácticas adivinatorias de los oráculos y está relaciona a una figura mítica de Hermes, el encargado de traducir los mensajes de los dioses a los hombres, tal como el poeta es el mediador entre dioses y hombres. Posteriormente se considera que es en la jurisprudencia y en la filología donde se sientan las normas de la correcta interpretación de la ley o la traducción de los clásicos. En el siglo XIX Schleiermacher reconduce el problema hermenéutico a la filosofía al tomarla del uso teológico para incorporarla en el horizonte más amplio de la comprensión histórica y literaria. De la herencia de Schleiermacher, Droysen y Dilthey establecerán la distinción entre explicación y comprensión en el contexto de la polémica entre ciencias humanas o del espíritu frente a las ciencias de la naturaleza como una manera de validarlas metodológicamente.

Ya fuera considerada como herramienta y práctica interpretativa, o como alternativa del método frente a la causalidad y la ley, el énfasis en la singularidad y la particularidad elevó el problema filosófico de la hermenéutica a ontología. En el siglo XX, Heidegger y Gadamer sostienen que todo proceso de comprensión es esencialmente un proceso lingüístico, y más allá, que el lenguaje es la “morada del ser”. Pero las pretensiones de universalidad de la hermenéutica en Heidegger y Gadamer aunque parecieran un proyecto de continuidad sugieren direcciones distintas: la reivindicación de la poesía en Heidegger como palabra fundadora y la elucidación de la “enigmática” relación entre pensamiento y lenguaje en Gadamer, constatan que para el primero la ontología implica una visión fundacional del lenguaje (instaurador de realidades o “mundo”), mientras para el segundo el lenguaje es el sitio que potencia la universalidad de la razón. Sin embargo, la lectura de la poesía como ontología y la búsqueda del sitio de la intersubjetividad se sostienen sobre el diálogo que es palabra en el tiempo. Así el problema hermenéutico es universal al ser el lenguaje humano constitutivo de realidades, en otras palabras: el mundo es interpretación, y el lenguaje como entremundo o mediación entre hombre y realidad desarrolla solo una posibilidad entre infinitas.

Siendo el lenguaje el espacio de encuentro entre temporalidades, este encuentro implica la escucha de la otredad. El apelar a, es preguntar hacia, de ahí que toda interpretación debe lidiar con el peso de la subjetividad, y es ésta precisamente, según Gadamer, la cuestión ontológica a resolver: la escisión sujeto-objeto sobre la que se ha sostenido la idea de conocimiento científico encierra una metafísica logocéntrica. La pretensión de objetividad de las ciencias no es más que la afirmación de la primacía de un sujeto que está por encima o pretende ser ajeno a lo que conoce. La superación de esta dicotomía implica un paso que Heidegger no se atrevió a dar (según Derrida) y que Nietzsche ya había anunciado: la verdad es una metáfora de la que se ha olvidado que lo es; la genealogía de los saberes pretende esconder que la verdad está siempre al servicio una voluntad de poder. Las implicaciones de lo anterior en el alcance de la hermenéutica, Gadamer las formula en la siguiente pregunta “¿la interpretación es una posición de sentido y no un hallazgo de sentido?” La subjetividad de la interpretación frente a la pretensión de objetividad de las ciencias se resuelve tras la superación de la metafísica de occidente anclada en el racionalismo y en la causalidad. Como pretende Derrida si se invierten las jerarquías, se anulan las dicotomías, se deconstruye para dejar en suspenso el diálogo. Para Gadamer la solución está en ampliar el problema hermenéutico como totalidad comprensiva de toda experiencia, por lo que la cuestión metodológica se circunscribe o se desplaza ahora hacia la autocrítica del proceso comprensivo a través de dos objetos de las ciencias humanas: la historia y el arte. La hermenéutica es así la autorreflexibilidad del conocimiento y de las ciencias.

La descripción del proceso comprensivo se realiza a través del círculo hermenéutico, que es la oscilación entre una tradición que habla y un intérprete en movimiento continuo. El círculo hermenéutico describe los círculos concéntricos desde la expectativa al texto y viceversa. La distancia entre un texto y su intérprete es esencialmente una distancia temporal que no debe ser salvada sino asumida. El prejuicio como juicio previo sólo puede ser controlado y productivo si se plantea como una pregunta que se arroja hacia el pasado desde una expectativa; esa pregunta
posibilita la autoconciencia de una situación y la construcción de un horizonte “que se desplaza al paso del que se mueve” y que intenta participar del sentido comunitario, que busca un acuerdo de contenido.

La comprensión siempre posee un carácter prejuicioso, por ello Gadamer realiza el recorrido filológico que llevó a esta palabra a significar error, y encuentra el origen del prejuicio sobre el prejuicio en la Ilustración que rechazó todo principio de autoridad. Si antes la tradición era fuente de legitimación, después se consideró fuente de prejuicios. El romanticismo trató de reivindicar el lugar de la tradición como fuente de verdad, pero si la Ilustración entronizó la razón y el progreso, el romanticismo lo hizo con el mito y la búsqueda del origen, es decir, el romanticismo invirtió el camino de futuro hacia el pasado, lo que ratifica el dualismo y no lo reconcilia. La búsqueda de la verdad originaria o de la verdad de la razón no son más que otra forma de fosilizar el conocimiento, puesto que no se reconoce que, cuando se comprende algo, se comprende siempre de un modo diferente, que la tradición es entrega y traición. No obstante, el romanticismo dio pauta al historicismo (la posibilidad de la historia como búsqueda de los orígenes en un principio y un fin participa del cambio en la concepción del tiempo), y el historicismo a la reflexión de la condición temporal de la existencia. Para Heidegger en tanto que el futuro se descubre como algo finito (conciencia de ser para la muerte) es constitutiva del ser como anticipación o del proyectarse en la unidad de pasado, presente y futuro, por lo que el tiempo es un medio para la comprensión del ser. En Gadamer la temporalidad está ligada a la
cuestión de la tradición y la novedad, o de lo antiguo y lo nuevo donde la reivindicación de lo clásico como “simultaneidad en cualquier presente” apunta a la intemporalidad del arte. En ese sentido el texto literario se eleva por encima de otros géneros al prescindir de la circunstancia que lo produce y al superar un sentido primigenio que da pauta a multiplicidad de sentidos en un proceso infinito, lo que Ricoeur llama distanciamiento productivo.

Gadamer intenta explicar la distancia en el tiempo y su significación para la comprensión: es ahí cuando comienza la teoría de la escritura y cuando el texto literario se eleva en autonomía semántica. A través de la escritura lo transmitido se desplaza en tiempo y espacio ampliando un diálogo que se sostiene en un tejido de voces que resuenan del pasado e interpelan al futuro. La materialidad de la escritura paradójicamente espiritualiza e inmortaliza, y en los textos literarios se realiza en plenitud esta intemporalidad, ya que al estar desligados de una situación y un referente potencian la significación. La literatura es por esencia apertura de sentido.
La hermenéutica más que un método es un ejercicio de autoconciencia sobre nuestras anticipaciones y expectativas ante los textos para establecer un diálogo y validar nuevas lecturas, pero sobre todo la hermenéutica resalta el carácter inconcluso de la experiencia de sentido que hace relativa cualquier pretensión de verdad, de lo que se trata es de desarrollar concientemente la tensión entre un texto y el presente para reestablecer un acuerdo indefinido, para encontrar la palabra de nadie que volverá a perderse en el tiempo.


Bibliografía:

GADAMER, Hans-Georg, "La historicidad de la comprensión como
principio hermenéutico" en Verdad y Método I, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1991.
__________"El lenguaje como medio de la experiencia hermenéutica" en ídem.
__________"Texto e interpretación" en: Verdad y método II. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1994.
HEIDEGGER, Martin, De camino al habla, España, Odós, 1987.
__________Hölderlin y la esencia de la poesía, Barcelona, Anthropos, 1989.
RICOEUR, Paul, Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido, México, S. XXI/Universidad Iberoamericana, 1995.


1 comentario:

rolando aqui de nuevo dijo...

Aparece en el año 2000, en Columbia University Press, el libro de Wolfgang Iser: "The Range of interpretation" (traducción castellana en 2005 FCE). En tal libro Iser nos recuerda varios tipos de interpretación. La primera que menciona es la que utilizarón los exegetas de la Tora basada en la idea de revelación y en la de canon abierto (e.g. el libro de los reyes) y canon cerrado (e. g. el pentateuco). Schleirmacher quitó a la autoridad del texto biblíco para colocar la idea de un análisis de cómo se obtiene la comprensión por medio de la adivinación (fortaleza femenina) y la comparación subjetiva (fortaleza masculina). En suma, se pretende, diciendolo sin mucha precisión, adivinar lo que aconteció en el autor guiandose por medio de comparaciones con la propia subjetividad; al fin que todos somos iguales de alguna manera. Según Iser es claro que ese método surge de la filología, por cuánto ante la presencia de un texto irreconstruible por dañado se recurría a interpolaciones contextuales razonadas. En todo caso es al fin una manera de encontrar lo que esta oculto; en la hermeéutica filosófica se intenta encontrar al "ser" que esta oculto (en Schleirmacher el tema está dado, pero es nebuloso, debe calrificarse, en Droysen debe constituirse porque esta dañado y en Heidegger debe desocultarse). Posteriormente se diseña otro estilo de interpretación, ahora con base en los datos de la etnología, la cibernética y el diseño de maquinaria. Dice Iser de esto que: "...está más allá de lo que la hermenéutica puede afrontar; aunque la hermenéutica afirme otra cosa. op. cit. p.175". Así, sea en la producción de incertidumbre por medio de la estructuración socio-cultural, o en la recursividad inherente al sistemismo-funcional biológico, la interpretación es, siempre, estructuración ante el despliegue entrópico; i. e., contra el desorden. Al final Iser nos deja frente a Franz Rosenzweig (dos rosas, ¡qué apellido¡) y su método de interpretación estrictamente contemporaneo de Heidegger: no se trata, en Rosenzweig, de desocultar nada; lo que trata la filosofía esta frente a todos nosotros: DIOS, el hombre y la naturaleza son evidencias de lo inconmensurable que deben ser traducidas, interpretadas, cognitivamente. Se trata, entonces, de interpretar lo inconmesurable mediante su reducción a conocimiento.....