martes, 7 de junio de 2011

Juegos de desmontaje


Carmen Fernández Galán




La gramática de relato propuesta por A. J. Greimas sirve para construir modelos de la oposición fundamental generadora del sentido en los textos, representados en un cuadrado semiótico de relaciones lógicas. La propuesta de Greimas es un tipo de análisis del discurso con fundamento en la semántica estructural que ha tenido aplicaciones en distintos ámbitos (jurídicos, arte, marketing, arquitectura, entre otros) al permitir validar los itinerarios de lectura permisibles dentro del texto.

En la búsqueda de la arquitectura del sentido, el camino del analista semeja el de un detective que intenta encontrar la causalidad que articule los indicios, la estructura invisible. El recorrido de la manifestación del discurso a la inmanencia (estructura profunda) comienza en la narratividad para a través de la descripción semántica (figuras lexemáticas) trazar las isotopías o itinerarios organizadores de la lectura. Como el sentido se funda en la diferencia (principio estructuralista de oposición), la selección del clasema correcto permite construir el eje semántico articulador de la significación. Del mismo modo, para el detective su capacidad de reconstruir las cadenas de conjeturas depende de la puesta en crisis de las isotopías.

Todo relato de un crimen o novela policiaca puede girar o sobre la actividad interpretativa que conduce al esclarecimiento del caso o, sobre la adquisición de la capacidad para la realización del crimen.[1] He aquí un ejercicio de semiótica aplicado a una película que entrampa tanto a detectives como a asesinos: Seven (Se7en) del director David Flincher, producida por New Line Cinema en 1995.

Una de las características del texto fílmico es que se nos presenta bajo una mirada o perspectiva: la del director que organiza el texto ofreciendo un ángulo de vista que a veces puede ser el de alguno de sus personajes, pese a ello el conjunto de imágenes se ofrece al lector-espectador como un todo estructurado. El cine como sistema verbo-visual implica considerar la narratividad a partir de los elementos icónicos y sonoros. En el caso de Seven son esenciales el manejo de la luz y el sonido que marcan un recorrido cognitivo: de la oscuridad a la luz o esclarecimiento del crimen. La frase inicial “largo es el camino que lleva de la oscuridad a la luz”, los escenarios lluviosos y la falta de claridad corresponden al camino del espectador a través de los detectives como narratarios y su grado de conocimiento, para pasar de Moonday a Sunday en el pastizal soleado donde todo se resuelve, aparentemente.

La pregunta y las piezas

Uno de los méritos del modelo greimasiano es que permite responder a la compleja cuestión del tema. Aunque pareciera algo evidente, si preguntamos a cualquiera ¿de qué se trata esta película? (o cualquier otro texto), obtendríamos siempre respuestas distintas. La más típica, en el caso de Seven, sería que se trata de un asesino serial, de detectives, del pecado…

La trama de la película gira en torno a la actividad criminal y su persecución. El título es alusivo del proyecto de realizar en siete días de la semana, siete muertes que corresponden a los siete pecados capitales. Por lo tanto, los programas narrativos principales son el del crimen y el antiprograma de la búsqueda, en ambos las fases interpretativas son polémicas, pues tanto el influjo como la valoración son oscilantes conforme transcurre la acción.



Los objetos calificantes en PN del crimen corresponden a la creación del anonimato y las pistas falsas que deja el asesino y en el caso del AntiPN búsqueda al seguimiento de éstas. En lo que corresponde a los roles actanciales se distribuyen en ambos programas narrativos:

-John es sujeto agente del PNcrimen y a la vez objeto (autocastigo), en el PN de la búsqueda es objeto y también adyuvante (al dejar las pistas) y oponente (al obstaculizar su lectura).

-Somerset es sujeto agente del AntiPNbúsqueda y destinatario del PN crimen.

-Mills es sujeto agente del AntiPNbúsqueda y objeto de la envidia, aunque del PN castigo pareciera no ser, porque permanece vivo.

Hay por lo tanto dos isotopías contrapuestas que corresponden a distintas ideas de justicia en conflicto: una religiosa y otra jurídica.

Al parecer son las lecturas de Dante y Chaucer las que inspiran al asesino a actuar, pero en realidad es el ruido y el caos de la ciudad que han hecho de ella un lugar donde nadie escucha, pero eso John ha decidido hacerse oír con su sermón de atrición (arrepiéntete de tus pecados por temor).La ciudad es el mitente (actante del influjo) de sus pobladores, ahí gobierna la corrupción y el pecado como cotidianeidad. El detective Somerset está a punto de renunciar ante la impunidad, se queja de que el crimen pase desapercibido, que el mal se eleva a un lugar común pasando por cotidianeidad. Ambos personajes coinciden: el problema es la indiferencia que ha llevado a Nueva York a la confusión. Cada uno intenta restablecer el orden pero desde perspectivas distintas, uno por la vía policíaca, el otro, a la manera del antiguo testamento. Aquí radica el conflicto de interpretaciones, lo que para John es castigo, para los detectives es asesinato, y viceversa, los que para los detectives son inocentes, para John son culpables.

Y debéis comprender esto: siempre que un hombre deba reprender a otro, ha de evitar la censura y el reproche. Pues, ciertamente, sino adopta precauciones puede reavivar con suma facilidad el fuego de la ira y de la cólera, en vez de apagarlo, y quizá sacrifique a aquel a quien pudo corregir con benevolencia.[2]

¿Por qué no eligió John las virtudes como solución a los pecados capitales? El pecado de la envidia, que consiste en la alegría por el mal ajeno, permea su “sermón” como obra de arte producto de la soberbia, ya que se cree herramienta e la justicia divina. No son los libros los que lo mueven a actuar, sino su propia interpretación de los mismos (autoinflujo), pero el verdadero motor de la lógica narrativa es la ciudad. En los roles temáticos y los conjuntos figurativos (construidos también a partir de los elementos visuales del film), se delinean las isotopías.

John es el criminal, el perverso, lo anónimo, el metódico, el predicador, el erudito, el envidioso, el sermón (orden religioso). Mills es el detective, el joven, el inmaduro, iracundo, policía (orden social). Somerset es el anciano, la experiencia, el cazador inteligente, el decepcionado. La ciudad es el pecado, el crimen, el caos, el desorden y la impunidad. Estas figuras se pueden organizar en conjuntos que sugieren la oposición fundamental: justicia e impunidad. Un primer modelo del texto e itinerario de sentido podría trazar el paso de la impunidad a la no justicia (por implicación) y de la no impunidad a la no impunidad (por contrariedad) sin llegar a la justicia por negación.





El polémico autocastigo del asesino que hace caer le peso de la ley sobre el joven detective Mills, una vez que lo asesina, hace imposible pensar que se ha hecho justicia por cualquiera de las dos vías. Por lo tanto, el tema central, el eje semántico articulador del sentido es la diferencia/indiferencia y su recorrido:




La historia concluye con la decisión de Somerset de no renunciar, John se hizo escuchar.

Historias de detectives

La novela policiaca es resultado de la mentalidad del siglo XIX. Junto con la organización de la ciudad moderna nacen los dispositivos de control con fundamento en la ciencia. El detective como emblema de la racionalidad pone orden a lo desconocido para ofrecer una pedagogía de la certeza en el mundo del progreso, es un mediador entre la figura del Estado y el pueblo.

[…] el progreso del detective comparte dos disposiciones: el enrevesamiento de lecturas improductivas que comportan la pérdida en un laberinto de pistas falsas y callejones sin salida… y la búsqueda de la avenida directa, del camino más corto y económico entre los datos circunstanciales y el motivo del crimen.[3]

Las herramientas del detective en su búsqueda de la verdad, son las de la ciencia, igual que las de la crítica de textos, que cumple asimismo la función de mediadora, y aún en sus vertientes más revolucionarias, el análisis del discurso está en las redes del poder. Los criterios epistemológicos siempre dictar seguir la explicación más sencilla, pero a veces, el camino más económico hacia el significado no siempre conduce al mismo sitio. A pesar su aparatoso metalenguaje, la interpretación de textos a través del desmontaje, permite cuestionar lo que a simple vista parece obvio: ¿de qué se trata esto o aquello?

Clasificada como thriller o película de suspenso, la historia de Seven se sitúa más allá de las fronteras del género, ya que plantea la crisis de valores en el contexto de la posmodernidad. En 1983 Jean Baudrillard publica Las estrategias fatales, donde afirma esencialmente lo mismo que el guionista Andrew Kevin Walker, quien escribió el guión después de su estancia en New York: la violencia y la miseria son parte de la realidad cotidiana que pasa desapercibida. Ese es el destino problemático de la modernidad después de la liberación de todos los campos, la crisis del valor, la incapacidad de distinguir entre lo bueno y malo… la indiferencia.[4]

Puestos en jaque, el detective se cuestiona sobre su propia práctica y el crítico sobre sus interpretaciones. Ante la indeterminación, las formas de validar sus lecturas dependen de su capacidad de juntar las piezas de nuevo y reformular sus hipótesis.

NOTAS

1. ENTREVERNES, Grupo de, Análisis semiótico de los textos, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1982.
2. CHAUCER, Cuentos de Cantenbury, Rei, México, 1994.
3. RESINA
, Joan Ramón, "Semiótica de la ciudad…" en Acciones textuales, UAM, México, 1994.
4. BAUDRILLARD, Jean, La transparencia del mal, Anagrama, Barcelona, 1995.


2 comentarios:

Carlos Alberto dijo...

Excelente trabajo, sobre todo porque nos deja inquietantes reflexiones, p.ej., al pensar en cómo hasta hace poco se cumplía la afirmación: "la violencia y la miseria son parte de la realidad cotidiana que pasa desapercibida", mas, en el entorno actual, que parece haber dado un giro de 180°, tal escenario parece estar cambiando en todo el globo, por ende, ¿en dónde nos sitúa todo ello? Bien dijo ayer Raymundo Riva Palacio, cuando se refirió a lo caduco de la prensa tradicional y su manera de abordar la actual crisis, cuando más que el simple recuento de los sucesos, se requiere el análisis de los fenómenos de violencia y miseria que han acabado por estallarnos en el rostro a todos como especie. Tal vez sólo nos queda citar la frase de Baudrillard que Morfeo espeta a Neo en Matrix: "bienvenido al desierto de lo real". (Por cierto que tal frase también es el título de un libro de Slavoj Zizek, precisamente sobre cómo pactar con la realidad cuando la violencia extrema hace acto de presencia en la "realidad"). A propósito, doctora, gracias por la gran clase que nos impartió en el curso de titulación.

Carmen Fernández Galán Montemayor dijo...

Justo ayer me platicaban unos amigos del norte sobre esta cotidianidad de mal que en el país impera y el sentimiento de estar dentro de una película, de que la realidad es una ficción porque es tan inverosímil lo que ocurre.
Gracias por tus comentarios, la esperanza es el diálogo.